...una parada en mis sueños...

miércoles, 4 de julio de 2007

Ode to my friend

…No sabía muy bien que es escribir, así que me limité a dibujar desde la memoria diez pequeños fragmentos de la realidad. La que yo conocí y disfruté con el. La que nos hizo divertirnos como niños.

Uno

Aun recuerdo la tarde que lo conocí. Yo tenía veintitrés años, el veintinueve…
Era octubre del año dos mil dos. Uno de mis compañeros de piso de aquel año, se había vuelto repentinamente a su ciudad y con Alex, mi otro compañero de piso, nos tocaba la tarea de poner carteles por el campus para buscar un nuevo inquilino que ocupase la habitación de la entrada que había quedado vacía.
La cosa estaba jodida, ya que el curso había empezado un mes antes y aunque el piso estaba bien, pensamos que poca gente podía buscar alojamiento en piso de estudiantes para esas fechas. Por suerte creo que solo tuvimos que esperar una semana para tener un par de candidatos firmes… una chica alemana de míticos rasgos germanos (los obviare), que venía a estudiar por un año a la ciudad; y un chico argentino llegado de Sabadell que por razones de trabajo había decidido cambiar de aires. Como yo pasaba pocas noches en casa, pensé que lo más justo era que Alex decidiese quien debía ser nuestro nuevo compañero… y por suerte decidió quedarse con el “flaquito marplatense“
Recuerdo que tomada la decisión me llamo por teléfono…
- Hola nacho; oye, que al final se queda Leonardo, el chico argentino del que te hablé. Me ha dicho que esta tarde se viene a casa sobre las siete y se trae ya algunas cosas…
Por alguna extraña razón intuí antes de conocerle que iba a resultarme una persona especial. No sabría explicar porqué, pero recuerdo tener esa percepción que invadía por completo mi curiosidad
Aparecí por casa sobre las ocho y allí estaba el, sentado en el sofá de la salita, hablando con Alex de esto y lo otro. Pelo rizado “como el Diego”, sonrisa familiar y con el aspecto de quien acaba de aterrizar en un extraño lugar, aunque con ese desparpajo del viajero experimentado que ya ha visitado mundos parecidos.
Recuerdo que estuvimos hablando hasta bien entrada la noche. Hablamos de todas las cosas. Hablamos como los harían dos viejos amigos…

Dos

Creo que lo que más le costó al principio fue el no estar cerca de una playa. El siempre hablaba del mar, de vivir frente a la costa y poder bajar a hacer surf cada atardecer. Esa era la vida que el conocía, la vida con la que había crecido desde chico, lo que el más quería y echaba de menos…
Acomodarte a una nueva ciudad donde al principio no dejas de ser un extraño puede no resultar fácil, así que en esas primeras semanas en la en las que inevitablemente te puedes llegar a sentir un poco fuera de tu sitio, le presenté a toda la gente que había conocido en el tiempo que yo llevaba allí. Se de sobras que no le hubiera hecho falta ayuda para acomodarse rápido en su nueva aventura, pero lo agradeció igual…
Con el tiempo acabo acomodándose de verdad, sacándole todo el jugo a la ciudad, a la gente y a todas las posibilidades que esta le ofrecía, pese a no tener mar, ni olas rompiendo en la arena de la playa, ni sesiones de surf cada atardecer…

Tres

- Che Nacho, pasate por casa que te cuento la última…
Debía ser finales de abril. Yo había pasado el fin de semana en mi casa así que imaginé que habría novedades interesantes.
Recuerdo que estaba especialmente contento esa tarde, lo que entendí cuando un rato después me contó que había conocido a una chica francesa que andaba de Erasmus ese año en la ciudad.
Se llamaba Juliette.
Al principio no pensé que la cosa fuera a ir demasiado en serio, al fin y al cabo hacia no mucho tiempo que había salido de una relación larga y se encontraba en ese impás marcado por la tranquilidad y la despreocupación por tener nada serio con nadie, aunque parecía realmente optimista y convencido con la posibilidad de empezar algo con la chica francesa…; escuché toda la historia de su encuentro de ese fin de semana sin saber que esa chica le había robado el corazón.
Al final los dos se conocieron, se regalaron sonrisas, sueños, complicidad, momentos buenos y no tan buenos. Creo que eran felices juntos. Creo que ambos se completaban mutuamente. Como un puzzle de dos piezas y eso es algo que pocas veces sucede…
Se que el habría hecho cualquier cosa por ella y creo que ella también lo habría hecho por el…

Cuatro

…Aquella fiesta de cumpleaños no la olvidaré nunca, Leo celebraba su 30 cumpleaños, y decidimos hacer una fiesta en casa…
Solo llevaba desde octubre en la ciudad; era sábado 22 de mayo y aquella fiesta en el piso fue de dibujos animados. Tras un rato, deje de contar a la gente que llegaba a la casa. Habíamos habilitado el piso entero menos una habitación para acoger a todos los invitados y habíamos preparado varios cubos de caipirinha y kalimotxo, pero las previsiones nos desbordaron de manera espectacular…
Creo que en total fueron más de setenta personas las que llegaron a tomarse una copa en la fiesta ese día; más de setenta personas que aparecieron aunque solo fuese para felicitarle y marcharse. Más de setenta personas para celebrar el cumpleaños de un tipo que no llevaba más que unos meses en la ciudad…
Solo con eso podéis imaginaros la clase de persona que era…

Cinco

Apreciaba su forma de ser; el trato cercano que tenía con toda la gente que conocía y también con los que no conocía, su personalidad abierta, diáfano en todos los sentidos y siempre dispuesto a ofrecer su mejor cara, la del niño que llevaba dentro. Apreciaba su forma de ver la vida, la filosofía sencilla del día a día, sin preocuparse más de lo necesario por las cosas, calibrando cada situación buena o no tan buena desde una perspectiva ajustada a la realidad. Apreciaba el respeto que tenía hacía unos valores que personalmente me resultaban propios, cercanos, familiares. Apreciaba la importancia que otorgaba a los pequeños placeres de de la vida, las cosas sencillas, las cosas fáciles, sin vueltas. Le apreciaba en serio…

Seis

…Cualquier ocasión era buena para hacer huevo. Si había una zona de la ciudad a la que teníamos un cariño especial era el casco antiguo. Cualquier tarde era buena para escaparse a callejear por la Madalena, hacer la mítica visita al centro de historia, echar un vinito en Heroísmo, comer unos patatones en Barrio Sur o sentarnos a tomar una cervecita en cualquier banco de cualquier plaza cercana…
La noche se llamaba Bacharach. Sin duda era nuestro garito predilecto, por la música, la gente mítica de los viernes ”gente con onda”, por las camareras a las que Lyon no dejaba de tirar fichas cada noche. Éramos ya personajes más que reconocidos del lugar. Éramos parte de ese sitio…
Aun hoy me cuesta entrar. Es extraño no tenerle al lado tomando un vinito. Es extraño y triste

Siete

…Por fin era viernes. La semana había resultado bastante dura, como casi todas. Era un año complicado; trabajar y estudiar al mismo tiempo y en ciudades distintas agota a cualquiera, pero ahora poco importaba, por fin era viernes y eso significa desconectar de todos los problemas de la semana.
Ya no hacía falta llamarle, y si lo hacía era por pura inercia…
- ¿Leoncio?...
- Que pasa boluuu!, a las diez en casita y se puntual por un día
Como siempre yo llegaba tarde, aunque la botella de lambrusco en mi mano derecha y la de ron en la izquierda atenuaban el habitual comentario por mi habitual retraso. La cena ya casi estaba preparada, así que solo había que poner la mesa y todo estaría listo. En el equipo sonaba el primer disco de los babasonicos…
Como era habitual, entre las once y las doce de la noche (unas cinco horas menos en Argentina), y mientras cenábamos nuestro habitual arroz o pasta al mas puro estilo argentino, sonaba el teléfono fijo en casa de Leo…
-“Che papi como estas”…
Recuerdo la media sonrisa que esbozaba cuando oía a Luís, su padre, al otro lado del teléfono y desde el otro lado del mundo a miles de quilómetros…
Tras la cena un ratito de quedada en el salón a charlar mientras pasábamos temazo tras temazo. Los rones corrían de mi cuenta (decía que les daba un toque único, jeje, yo creo que le daba pereza prepararlo); para entonces Andrew estaba ya a punto de caer por casa como cada semana…; tampoco hacía falta llamarlo, sabía que la cita no se cancelaba nunca…
La noche de viernes era como uno de esos rituales sagrados que se celebran pase lo que pase. Era nuestra válvula de escape a todos los líos acumulados durante la semana. Las noches de viernes eran tranquilidad, eran cenitas con lambrusco y rones cola, eran charlas interminables, eran risas, eran desconectar del resto del planeta, eran el reencuentro de dos amigos inseparables.
Creo que poco importaba el menú o la música o cualquier circunstancia que la rodease. Lo verdaderamente importante es que un viernes más estábamos allí y eso no lo habríamos cambiado por nada. Y cuando digo por nada, me refiero a nada…

Ocho

Era julio, hacia calor y emprendíamos un viaje a la playa con la ilusión que te envuelve al comienzo de un verano cargado de planes y viajes para hacer, y ese era nuestro punto de partida. Hacía pocas horas que había terminado mi último examen de la carrera, el último de mi vida. Era principio de julio y nada mas salir nos pirábamos a Barcelona a pasar unos días.
Barcelona siempre fue destino de muchos fines de semana en los últimos años. Es una ciudad especial, con todo el encanto en sus calles y en la gente que las llena. Era el último viaje de la nave. Un viaje sin rumbo concreto. Lo único que teníamos era un piso vacío que la empresa tenían en el Plaza de España como centro de operaciones que por supuesto, cada vez que nos apetecía nos íbamos a pasar unos días por ahí.
Tengo unos recuerdos geniales, entre noches de fiesta catalana, días de playa y sangrías heladas de los chinos…

Nueve

Había llegado el último fin de semana del Festival de Pirineos. Ultimo fin de semana y noche de reagge con un conciertazo de Alpha Blondie. Teníamos las entradas hacía bastantes días, así que solo teníamos que preocuparnos en subir y disfrutar del concierto, de la fiesta y de la magia que rodea las noches en Lanuza. Tras alguna baja de última hora, subimos Java, Leo y yo. Los tres en la nave, más toda la gente con la que habíamos quedamos arriba. Tras cargar el mini bólido con nada más que algo de comida y unas botellas de ron, nos pusimos en marcha. No nos equivocamos al pensar que iba a ser una locura, por toda la gente que iba a subir ese día; nos dimos cuenta nada más llegar a la segunda presa, eran las siete de la tarde y la estrecha carretera que conduce hasta el escenario de Lanuza empezaba a inundarse de coches a un lado y otro de la misma. La verdad es que poco importaba, habíamos subido con la nave, y todos los viajes con la nave siempre salían bien. Creo que conseguimos aparcar a poco más de cien metros de la bajada al escenario. Hacia una tarde enorme
No entraré en demasiados detalles de esa noche; No hablaré del mejor concierto de reagge en el que he estado, ni de la fiesta en la carpa rodeado de mucha gente a la que quiero, ni de la rave mañanera con Joselito el “desciendebarrancos”, solamente diré que fue la mejor noche de Pirineos en muchos años. La mejor con diferencia
Guardo para siempre el mejor recuerdo de ese fin de semana, la última foto que tengo con el “Lyon”

Diez

…No quiero escribir nada de los últimos días. Solo quiero olvidar. Olvidar y no pensar más. Me gustaría coger el final de esta historia y borrarlo de mi cabeza. Borrar todos los minutos en los pasillos del hospital, todas las frías charlas de los doctores, todas las pruebas médicas, toda la angustia, toda la desolación, todo el miedo, toda la impotencia de no poder hacer nada mas que esperar, toda la preocupación; borrar todas las llamadas con el corazón en un puño, todos los rostros desencajados, toda la tensa calma de todas las esperas frente a UCI; borrar toda la tristeza, todas la lágrimas, todo el dolor, todo el abatimiento, toda la rabia contenida, toda la frustración acumulada…
Borrar y olvidar, porque todavía hoy no me creo lo que ocurrió. Todavía hoy no me creo algo así, algo tan jodido, algo que siempre lo ves o lo oyes pasar de lejos, ajeno a los tuyos, ajeno a la gente que quieres, ajeno a tu realidad hasta que llega de frente y te golpea de la forma más cruel que puedas imaginar. Yo tenía veintisiete años, Leo apenas treinta y tres. Puto mundo injusto.



Dentro de algún tiempo, me iré a Argentina, a Mar del Plata, para pasar unos días con su familia, a conocer de verdad y en mejores circunstancias, a esa gente increíble a los que siempre les tendré guardado un espacio en mi cabeza y en mi corazón…es una promesa tan grande y tan importante que será imposible no cumplirla.

Nacho.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE BONITO Y QUE SERENO ES HABLAR DE LOS NUESTROS QUE SE ENCUENTRAN LEJOS... CIERTAMENTE HE RECORDADO TAN CERQUITA A LEO CON TUS PALABRAS.. Y ME HA ALEGRADO TANTO DE VERLO DE NUEVO... QUE BELLO..
BESAZOSSSSSSS

boavida dijo...

merci!
Yo tmb lo siento cerca.