La paciencia y la indiferencia son dos virtudes mágicas que el tiempo me ha enseñado a administrar gota a gota. Ambas escudo invisible para lo bueno y para lo malo, ambas aliadas de la sombra que me acompaña, ambas sin consumir esfuerzos ni fatigas. Notas afinadas sobre melodías imposibles; astutas y fieles consejeras en todos los caminos, con o sin espinas de por medio; la cara y la cruz de esta moneda de oro con forma de días enmarañados entre sábanas y estrellas. Ambas piel de madera y tacto de seda, ambas dolor que nunca es mío; piedras preciosas que brillan más cuanto mayor es la oscuridad que las rodea. Piedras preciosas y pesadas
...una parada en mis sueños...
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