...una parada en mis sueños...

jueves, 12 de abril de 2007

¿.........?

¿Oye, qué es para ti la felicidad?...
Cuantas veces habremos oído esa pregunta de boca de cuanta gente, o simplemente la hemos leído en cualquier medio, prensa, revista, panfleto o novela y cuantas veces hemos dibujado artificiosas respuestas en nuestra cabeza, imaginando la felicidad en estado puro, recreando el olimpo del bienestar mediante divagaciones mentales que nos transportan a ese condicional e ilusorio estado feliz.
Yo lo he preguntado más de una y más de dos ocasiones y en más de una y en más de dos ocasiones me ha sorprendido la respuesta ya sea por su originalidad o por lo nimia que ha podido resultarme la réplica.
Sin duda la felicidad es subjetiva e intrínseca en si misma. Parte de la percepción que cada uno tiene de la misma (el objetivo, la meta, o el concepto que se tiene de ella); por que parece obvio que no es más feliz (o no tiene porque percibir un estado de felicidad mayor) un tipo que se acaba de comprar una isla en el Pacífico por que sus negocios van viento en popa, que el niño de doce años que acaba de meter gol jugando a fútbol con sus amigos.
Pero más allá de respuestas o elucubraciones particulares que no dejan de ser pura retórica subjetiva, me gustaría comprender y valorar en su justa medida cuanto influyen y de que manera todos esos factores sociales, humanos culturales, económicos o personales a la hora de alcanzar nuestra respuesta, o la respuesta subjetiva de cada cual. ¿De que depende esa percepción de la felicidad?, ¿cuanto influye el tiempo que pasa o el espacio donde nos encontramos? ¿Y los estados de ánimo? Acaso son más relevantes los factores externos o circunstanciales que nos rodean a diario, o somos nosotros con nuestra particular apreciación aderezada con nuestros trastornos o altibajos psicológicos, los que influyen en mayor medida a darle forma a esa idea. En algún lugar leí, que es la agradable sensación que surge de la observación de la desgracia ajena; suena horrible, pero ¿En que medida afecta la infelicidad de unos para que otros alcancen la felicidad?, ¿Por qué acaso para que unos pocos sean felices, otros tienen que estar jodidos y ser infelices?
¿Se valora la felicidad en relación con los momentos malos que hemos pasado antes de creer alcanzar esa realidad propia de la felicidad o esa percepción mental de la misma? y si es así, ¿el punto de partida de la felicidad ha de ser su contrapunto, su polo opuesto o la apreciación que cada uno tenga de ese estado antagónico a la felicidad?
¿Acaso la búsqueda constante de la felicidad significa que realmente no lo somos, que nunca lo seremos del todo, en todo o en nada y que el conjunto de las personas simplemente no son felices?, ¿acaso la felicidad es una simple invención del estado para hacernos olvidar lo nefasta que puede resultar la sociedad en la que vivimos?, ¿nos marcan el camino a seguir, un camino sin final para no alzar la voz demasiado, para no revelarnos contra esa verdadera realidad?, por todo lo cual que me pregunto si podemos realmente considerar que hemos alcanzado un estado de felicidad o es meramente una percepción ilusoria que nos aleja de la verdadera realidad del mundo en el que vivimos (guerras, lucha, ambición, codicia, ira, destrucción, desigualdad, pobreza, intereses poco loables, corrupción diversificada, sociedad desestructurada, violencia o muerte)
Llegado a este punto me pregunto si existe realmente la felicidad o simplemente es una utopía, y si existe ciertamente, ¿es una meta o es un camino a recorrer? ¿Llegaran sociedades futuras en las que reine la felicidad por encima de las cosas y las personas?,
No existe el mundo que recreó Huxley, ni creo que llegue nunca (y si llega espero no verlo), de allí lo quimérico de estas sociedades “felices”. Huxley hablaba de una sociedad tecnológicamente ultra avanzada, con guerras y pobreza erradicadas y cuyo precio a pagar era la desaparición de muchas otras cosas como la familia la diversidad cultural el arte o la misma literatura borrando de las mentes de cada habitante la historia de sociedades pasadas. ¿Que precio tiene la felicidad?, ¿cuanto pagarías por ella?, ¿Necesitamos de nuestra dosis de soma para ser felices?
Buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos de ideas de estados anímicos, a través de la relación o interrelación de muchos de estos factores reales o no; ¿no son acaso más notorios y cercanos todos esos agentes, que la felicidad en si misma?
A lo largo de la historia, pensadores, filósofos de todas las escuelas, escritores, antropólogos e iluminados han intentado dar con mayor o menor éxito un enfoque, una visión, una referencia, un punto de partida o un punto final en el camino al que han llamado felicidad. ¿acaso la felicidad es la mayor ambición que un hombre puede tener? Y si es así ¿no resulta contraproducente para este fin el que tenga esta consideración tan abrumadora?, ¿Qué importancia tienen los valores inculcados y nuestra propia valoración de los mismos?, y después de todo, si el fin del hombre es ser feliz o alcanzar esa “felicidad” ¿Por qué me asaltan tantas preguntas sobre la misma?
Yo, sentado en esta silla frente a la pantalla de mi ordenador, mientras me planteo retóricamente todas este montón de dudas, pienso para mi mismo, que a pesar de lo jodidas que pueden resultar las cosas a veces, quizá la felicidad sea sencillamente una actitud, una forma de ver, de hacer, de entender y comprender la vida, y mientras lo hago, me cobijo a la luz y el calor de todas esas pequeñas cosas que a mi personalmente me trasmiten esa armonía y por que no, una sonrisa de… ¿felicidad?

No hay comentarios: