...una parada en mis sueños...

jueves, 29 de marzo de 2007

Reflejos

Cada vez que oigo su voz, se que una ilusión muere en alguna parte. Es como esa teoría de las puertas que se abren y se cierran al mismo tiempo en algún lugar no muy lejos de aquí. Quizá si me susurrase las cosas al oído, nadie llegaría a escucharlo con la atención suficiente, ni siquiera yo, y ninguna de esas hojas escritas desde el otro lado de la realidad se perdería para siempre. La claridad se turba cuando más la necesitamos. Intento entender sin escuchar palabras. Intento oír sin entender. Intento no intentar nada. No lo consigo.
Sus palabras dibujan confusas formas en el aire como quien vislumbra acontecimientos que no han sucedido todavía, y que carentes del color y el tacto de las cosas tangibles que podemos percibir a nuestro alrededor, se hilvanan entre un hemisferio y otro de la mente, tejiendo un extraño vinculo entre si. Incluso el eco resuena distinto, más agudo, más alto si cabe que la propia voz que lo ha originado, recordando a ese intruso oculto en entre las sombras que todos los minutos que pasan, son ahora suyos.
-¿Que harás con tus manos huérfanas de calor?
-Mis manos no tienen memoria. El calor y el frió solo son dos palabras distintas.
Mañana cuando todos caminen en dirección opuesta a la luz de las estrellas, un hombre muy antiguo me dirá todo lo que quise saber. Me dirá que todo lo que una persona puede desear es naufragar en una isla que no aparece en ningún mapa. Cuando se de la vuelta y se pierda entre la marea humana que observa atenta bajo su alargada sombra, buscare una de esas islas y dejaré naufragar allí tres o cuatro cosas que no quiero perder todavía.

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