...una parada en mis sueños...

jueves, 26 de junio de 2008

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Esta noche, más que todas las noches soy el viejo barco que regresa a puerto tras surcar todos los mares conocidos.
Durante la interminable travesía, tus ojos iluminaron mis constelaciones apagando así la oscuridad del peregrino en busca de los sueños.
Tus palabras fueron melodía que hizo acallar al silencio y al vacío que reina en las frías noches de enero, de octubre o de marzo.
La memoria de veranos al sol, de trapecistas nocturnos, de capuchas negras, de montañas y playas rendidas a nuestros pies y dulces labios empapados de vino, regresó con cada luna llena
Tus manos fueron la vida, la energía inagotable, la fuerza y equilibrio.
Tu le diste el sentido a este viaje; desde el primer día que elevamos anclas en el puerto de las lágrimas, hasta hoy que al fin puedo ver la silueta de mi horizonte
Ya pasaron todas las tormentas y las distancias, y ahora regresamos extenuados para no tener que volver a decir adiós.
Esta noche, después de toda la oscuridad, al fin he visto la luz de tu ventana marcando el final del camino, así que voy a sentarme en la cubierta a esperar que esta suave brisa arrastre mi pequeño barco sobre la mar en calma hasta
poner mis pies en tierra firme.