Lisboa, la hermosa ciudad sobre el Tajo, ciudad blanca bajo los pies...; desde la pequeña ventana de un avión el mundo es un cuento y como tal, todas las cosas que alcanzan a ver esos dos ojos inquietos bajo las solitarias nubes, pueden resultar tan pequeñas que podría guardárselas dentro de la mano que ahora reposa sobre el pequeño cristal plastificado que separa ese micro easy-mundo con menos de una hora de vida, y el brillante y soleado planeta exterior; ahora desde aquí arriba eres la pequeña ciudad blanca que parece flotar sobre las aguas nómadas y escurridizas que te han visto crecer, morir y volver a crecer. Seguro que los ojos del chico dicen y describen todo lo que ve, pero aun está solo en la cola del avión y nadie puede decírselo...el sonríe, se abstrae de todo y piensa únicamente en el primer instante frente a sus ojos...
Todo suena como suena un aeropuerto internacional en mitad de una mañana cualquiera, miles de vidas extrañas cruzándose constantemente. Rostros desconocidos, personas sin nombre convertidas en destinos dispares. Un aeropuerto es una puerta abierta al resto del mundo, es una gran caja de sueños donde se mezclan desordenadamente todos los sentimientos que una persona pueda experimentar. El chico se para a contemplar, ver y oír todas esas caras y voces de felicidad, tristeza, ilusión...; le resultan extrañamente cercanos todos esos sonidos entremezclados, a pesar de no haber estado antes allí, a pesar de que ahora son zapatos extranjeros los que caminan de un lado a otro sin un sentido aparente. Frente a la puerta de salida de pasajeros, se detiene un instante antes de que sea el tiempo el que se detenga frente a el y por un momento sus pulsaciones se disparan pensando en ese hermoso sueño que desde hace semanas se ha estado colando cada madrugada por su ventana, con forma de duendecillo llegado desde muy lejos, recordándole que lo que hace especial y hermoso a su camino junto a ella, es que siempre discurre por encima del resto del mundo, siempre por lugares por donde nadie antes había caminado...
...Instantes después se detienen todos los relojes, ya no hay pensamientos ni sueños, ya no hay sonidos entremezclados de zapatos extranjeros, ni ciudades que flotan sobre el agua...ahora en mitad de ese todo, solo están ellos dos, el chico, la chica y todos los latidos del corazón...
Todo suena como suena un aeropuerto internacional en mitad de una mañana cualquiera, miles de vidas extrañas cruzándose constantemente. Rostros desconocidos, personas sin nombre convertidas en destinos dispares. Un aeropuerto es una puerta abierta al resto del mundo, es una gran caja de sueños donde se mezclan desordenadamente todos los sentimientos que una persona pueda experimentar. El chico se para a contemplar, ver y oír todas esas caras y voces de felicidad, tristeza, ilusión...; le resultan extrañamente cercanos todos esos sonidos entremezclados, a pesar de no haber estado antes allí, a pesar de que ahora son zapatos extranjeros los que caminan de un lado a otro sin un sentido aparente. Frente a la puerta de salida de pasajeros, se detiene un instante antes de que sea el tiempo el que se detenga frente a el y por un momento sus pulsaciones se disparan pensando en ese hermoso sueño que desde hace semanas se ha estado colando cada madrugada por su ventana, con forma de duendecillo llegado desde muy lejos, recordándole que lo que hace especial y hermoso a su camino junto a ella, es que siempre discurre por encima del resto del mundo, siempre por lugares por donde nadie antes había caminado...
...Instantes después se detienen todos los relojes, ya no hay pensamientos ni sueños, ya no hay sonidos entremezclados de zapatos extranjeros, ni ciudades que flotan sobre el agua...ahora en mitad de ese todo, solo están ellos dos, el chico, la chica y todos los latidos del corazón...
2 comentarios:
marica
jajaja
gracias!
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